El Mundo Intermedio


El vampiro, Elba y la estrella se abren paso en el Mundo Intermedio: el hogar de las almas que un día fueron pero que ya no son y que sin embargo anhelan el Reino del Ser. El Reino del Ser es el Reino de las Ideas, el Reino de la Luz que no sólo brilla, sino que también calienta y para alcanzarlo los habitantes del Mundo Intermedio están dispuestos a plegarse a las exigencias, cada vez más crueles y descabelladas, de los nigromantes: esos seres despreciables que venden sus rezos y sus plegarias a seres desesperados por unirse a la esencia del Ser.

El vampiro finge avanzar con marcha firme por unos caminos que se le antojan más oscuros y fríos que su propio reino: El Reino del No Ser, que es “Ser” por más que se le anteponga una y otra vez ese noble “No”, y que posee algo de lo que el Mundo Intermedio carece: una conciencia, oscura sí, fría sí, pero conciencia. Una conciencia que nace de la voluntad de vivir, una voluntad que es siempre voluntad de vivir o lo que es lo mismo, voluntad de Poder. 
El vampiro se opone a la Nadam y en tanto que se opone y lucha contra esa Nada que arrambla con cuanto inunda a su paso, tiene que hacer de su existencia no una quieta existencia sino una existencia que se impone frente a cualquier peligro. El No Ser que Es, quiere imponer su Reino del No Ser sobre los otros Reinos sin despeñarse en el vacío eterno de la Nada. Mucho menos aún someterse al yugo de los Nigromantes mercantilistas, dispuestos a rezar por  las almas en pena que pululan en el Reino Intermedio a cambio de favores que lejos de liberar a sus moradores de los gélidos y tenebrosos pasadizos en los que habitan, los aprisionan aún más ferréamente.

El vampiro suspira de terror y se apresura a ocultarlo. “Su reino es frio”, piensa, “pero la luz brilla en él; es terrorífico, pero no tenebroso; es oscuro, pero no lóbrego”. El vampiro recuerda las bacanales que se celebran en las  engalanadas salas de sus palacios, los juegos de espejos y espejismos, la belleza de las flores marchitas, el misterio de los árboles desnudos, la serena y desapasionada visión de las rocas convertidas en piedra y las piedras transformadas en esculturas de inerte hermosura, mostrando el misterio del No Ser que persevera en su No, que se afana en imponer su No al Ser que lo encadena. Y en tanto que lucha por autoafirmarse el Reino del No Ser es Ser y además Ser libre.
Es por eso que aunque el vampiro, que en tanto que “No” es protesta, negación de un Ser que lo limita tanto como lo potencia, se asemeja a ese hombre, que por más que no quiera ser eterno y se aferre a la vida del aquí y del ahora, sabe que todo aquel que ha sido llamado a la vida se ha convertido, de una manera u otra, en inmortal.

Imperecedero es el Universo, no importa cuántas primeras explosiones hayan existido, ni dónde esas primeras explosiones hayan tenido lugar. Imperecedero es el hombre. Imperecedero es el Ser Absoluto. Imperecedero es también el Absoluto No Ser. Pero anterior a ellos está la Nada, y ahora esa Nada reclama poder volver a conciliar su sueño deshabitado y estéril. El Ser en todas sus variedades la agota y quiere engullirlo, aprisionarlo en su vientre y dormir; descansar, sencillamente, de tanta algarabía.

El vampiro avanza. Desprecia a las sombras del Mundo Intermedio. Esas que cada vez se muestran más a menudo en el mundo real, molestando a los seres reales, enfrentándose a ellos, apuñalándoles sin piedad el corazón. Sombras que contemplan mientras duermen a aquellos seres a los que han de dañar, no por libre voluntad sino para devolver los rezos, los ritos de la magia negra que los convierte en títeres de los malvados brujos, de la magia religiosa que ni es religiosa, ni  virtuosa, ni siquiera satánica. "Satán no soporta a los traidores", piensa el vampiro con orgullo. "Su rebelión no tiene nada de traición.", se dice. "Su rebelión es autoafirmación frente a una Luz que le quema, la Luz del Reino del Ser: una Luz despótica que niega la Belleza de lo marchito, de lo dormido, de lo petrificado." Eso piensa el Vampiro cuando mira la luz de la Estrella, luz debilitada porque la Nada avanza con una rapidez inusitada.  No sólo el reino Apolíneo, piensa el vampiro con tristeza, también el reino Dionisiaco muere. Quizás la Bruja tenga después de todo razón y ambos mundos se necesiten.  “¡Este Mundo Intermedio apesta!” – ruge con fuerza.

Y es entonces cuando contempla a Elba. Elba sollozante, Elba envejecida, Elba siendo asediada por zombis espirituales que le suplican su ayuda, que le ruegan, casi le exigen que les libere. Elba, la dulce Elba, novia involuntaria de una muerte no muerta, y una vida no viva, de Seres Intermedios que claman clemencia a lo largo de los siglos sin esforzarse en ganarla. Seres Intermedios que ruegan piedad sin ellos mismos ejercitarla. Seres mezquinos que exigen a los grandes su grandeza sin reconocérsela.

El vampiro ruge con violencia. El vampiro ataca a diestro y siniestro. El vampiro ahuyenta a aquellos seres carcomidos por una esperanza que una y otra vez se les escapa.

-¡Vosotros! ¡Cobardes esclavos que queréis lo que no tenéis! ¡Almas que únicamente saben gemir! ¡Plañideras hipócritas incapaces de unirse y de actuar juntas por la consecución de aquello que tanto anhelan! ¿Llamáis a este barrizal “Mundo”? ¿Creéis en serio que sois un pueblo porque os hayáis dado un nombre común? ¡Seres Intermedios! Más bien deberíais llamaros “Esclavos de los Unos y de los Otros” Ni siquiera os atrevéis a aceptar vuestra insuficiencia, vuestra negación; preferís esconderos trás de los rezos de vuestros amos. Incapaces de enfrentaros a vuestra falta de amor, a vuestra falta de sentimiento, pretendéis aparecer cómo seres aprisionados, cómo minorías sometidas al mal y por el mal. ¡Incapaces de reconocer vuestra propia atrofia culpáis al Reino del Mal para esconder vuestra propia bazofia moral!! ¿Pensáis acaso que el Reino de la Luz no sabe cuál es vuestra verdadera naturaleza? ¿Vosotros, esclavos irreverentes y cobardes, valientes sólo en jauría, de verdad os atrevéis a creer que el Reino de la Luz no sabe que el motivo de rebelión del Reino de la Oscuridad fue el ansia de libertad absoluta?

Y las sombras del Mundo Intermedio retroceden asustadas ante aquel gigante de la Noche que es el vampiro. Y la estrella inunda los sombríos pasadizos con su luz, dejando al descubierto sombras atormentadas; asustadas, unas; pacientes, otras; coléricas y dominantes algunas; pero todas perdidas en un mundo de laberintos fantasmagóricos y espeluznantes, ansiando la luz sin ver más que desolación.

¡A vuestra podredumbre le llamáis "muerte"! – grita el vampiro furioso- ¡Qué sabréis vosotros de la hermosura de la muerte! ¡de su encanto! ¡de su glorioso esplendor! ¡Qué sabréis vosotros de los majestuosos pasajes que unen las diferentes estancias, de los tapices oscuros que ocultan secretos pasadizos, fieles testigos de amores trágicos, de los infaustos destinos que se rebelaron contra las luces de la esperanza y eligieron su infortunio como morada! ¡Qué sabréis vosotros de la grandeza del No Ser! ¡Vosotros! ¡Hipócritas llorones sin una sola lágrima de la que pueda decirse que es verdadera!! ¡Vosotros queréis alcanzar el Reino de la luz sin haber luchado por alcanzarla! ¡Sin ni siquiera haber movido un solo dedo por lograrlo! ¡Habéis caído en las manos codiciosas de los nigromantes! ¡Habéis atendido a sus requisitos a cambio de rezos que no os ayudan en nada que no sea a manteneros en esta fosa común! ¡Esclavos espirituales gimiendo salvación a quienes únicamente os encadenan! ¡Esclavos! ¡Yo os maldigo! ¡Ni el propio Satanás os acogerá en su reino! ¡Jamás! ¡Os falta la grandeza de la caída! ¡Nosotros los malditos somos los que debido a nuestra constitucional y eterna ansia de libertad, a nuestra congénita rebeldía obligamos a la Nada una y otra vez a que vomite el Ser que ha englutido! ¡Pero vosotros! ¿Qué sois vosotros, sino los excrementos de una gran hazaña, de un menage a trois: La Nada, el Ser y el No- Ser?

Y los ojos de Elba se abren y se cierran. Y la boca de Elba deja escapar profundos murmullos ininteligibles, gorjeos, risas confusas, sonidos extraños. “¿Quién osa adentrarse en nuestros dominios? ¿Quién se atreve a penetrar en el espacio que nos pertenece? ¿Quién viene a insultarnos?”

Y el vampiro observa con espanto que están acorralados por las sombras agresivas del Mundo Intermedio. Si una de ellas clava su puñal en su corazón, el vampiro dejará de pertenecer al Reino del No Ser y pasará a ser uno más del Mundo Intermedio. Por eso es imprescindible no ser ni siquiera herido. No. El Mundo Intermedio no es un Mundo de Seres de Luz ni de Rebeldes Libres. El Mundo Intermedio es un mundo de esclavos, de masas confusas y pervertidas, de gritos y risas salvajes, de lágrimas que mienten, de victimistas e inactivos que esperan que su salvación les sea regalada. El Mundo Intermedio es el Mundo de los Seres que esperan sin esperanza porque si tuvieran esperanza avanzarían hacia el Reino de la Luz, igual que avanzó Dante desde los Infiernos o se sumergirían en el Reino de la Oscuridad, en el Reino del No Ser, como tantos otros eligieron. "Es imposible que el Espíritu se encuentre en el Mundo Intermedio", piensa el vampiro. "Es imposible que el Espíritu haya caído prisionero de seres tan deleznables, tan traicioneros, tan infantilmente malvados, tan liosos y liantes como los seres del Mundo Intermedio. Pero ahora lo importante es no ser tocado por ninguno de sus puñales. Puñales emponzoñados." 

Elba sigue hablando con una voz ajena, una extraña tranquilidad maligna se ha apoderado de su ser. "Los seres crédulos," piensa el vampiro, "no son ingenuos. Los seres ingenuos no siempre son hombres de buena voluntad ni humildes de corazón. Patrañas del mundo del Ser."

De repente siente un calor cerca de él que le quema. ¡El fulgor de la estrella! A punto está de rugir de dolor y de rabia cuando a su lado ve desmoronarse un puñal de sombras.

-Te debo una - le dice agradecido a la silenciosa estrella . - Pero ahora debemos salvar a Elba. La posesión de los seres del Mundo Intermedio la va a matar. "¿Dónde se habrán metido la Bruja y la Energía Errante?" pregunta "¿Cómo es posible que se les ocurriera pensar que el Espíritu estaba aquí durmiendo? Pero ¿y si el Espíritu no estuviera durmiendo? ¿Qué pasaría si el Espíritu hubiera sido secuestrado o peor aún, asesinados? ¿Qué pasaría si el Espíritu estuviera muerto?"

- Define “muerto”, oye decir de repente a la Bruja. El vampiro mira asombrado a la estrella. Allí dentro el rostro duro y serio de la Bruja lo observa fijamente.

-Define “muerto”, se escucha decir a él mismo.












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