Un viaje de fin de semana

La Energía Errante decide irse a visitar la G20 a Hamburg para descansar por un momento de los preparativos de su marcha. Por lo que parece, el espectáculo allí está servido y la juerga, aunque sea una juerga violenta - violenta a niveles cinematográficos – y una juerga extrema – a niveles demenciales y por demenciales incomprensibles, pertenece siempre a lo turístico, a lo veraniego, a lo catársico. Los mismos que tomarán parte en los festivales-mercados de carne soporíferos y multitudinarios que se celebran a todo volumen en las playas son los que ahora acuden en bandadas a la G20. A protestar por la protesta misma. A protestar porque sí. A quemar coches porque no tienen otra cosa mejor que hacer, porque así se creen más intelectuales, más auténticos, más radicales, cuando lo cierto es que únicamente están radicalizados y no tienen ni idea de lo que están haciendo.
La Energía Errante sabe que los Anti-Sistema la llamarán retrógrada y facha. La llamarán de todo. Lo sabe. No le importa. Volvera a repetir lo mismo. Todas esas protestas contra el G20 no constituyen más que una nueva forma de diversión que podría denominarse “política extrema” en la que algunos se entrenan, igual que otros se ejercitan en la práctica de los “deportes extremos”. Pura y simple cuestión de gustos. No cabe duda que tanto la política extrema como el deporte extremo son emocionantes, pero habrán de convenir con la Energía Errante que no sirven para otra cosa que no sea el de proporcionar un placer individual –el que se siente cuando uno se enfrenta a la muerte y resulta victorioso- y conseguir material para grandes reportajes y bellas fotografías que vender.

Al final, el Primer Axioma en algunos sectores termina siempre siendo marketing, aunque sea a base de vestirse de anti-marketing. La paradoja intrínseca al ser humano, ustedes ya saben: “Hablen de mí, aunque sea mal.”

La “política extrema” es siempre juerga, violenta, desquiciada y turística. No puede ser de otro modo. Constituye parte esencial de su esencia. Ha de calificarse bajo el genérico de “Anti-sistema” porque sencillamente no existe ningún otro modo de definirla. No se le puede denominar “Anti-Trump” o “Anti-Putin” o “Anti-Erdogán” o “Anti-Merkel” o Anti... lo que sea, por mucho que los allí reunidos hayan acudido para protestar contra Trump, contra Putin, contra Erdogán o contra Merkel. 

Quiero decir: son “Anti-Sistema” porque no se sabe muy bien qué buscan aparte de destruir todo lo que encuentran a su paso. Aunque arramblaran con todo lo encontrado a su paso, no conseguirían jamás ponerse de acuerdo en la construcción de un proyecto común por la sencilla razón de que no existe otro proyecto en común que no sea el de la destrucción por la destrucción misma; tan diferentes son los intereses de cada uno de los que están tomando parte en esa juerga violenta desquiciada y turística.

Son “Anti-Sistema” no porque estén en contra de “este” sistema sino justamente porque se oponen al “Sistema”, sea cual sea el sistema, por la sencilla razón de que es lo único que los une. No les une lo que quieren construir sino la destrucción completa. Están únicamente unidos por la negatividad absoluta, por lo que “no quieren”. Su querer significa en realidad un “no querer”. Son “Anti-Sistema” porque son “Anti-Todo”. Luchan constitutiva y esencialmente contra el Sistema puesto que son Anti-Sistema y ello  pre-determina que no puedan construir nada. Bajo el término de “Anti-Sistema” se han reunido los “anti-Trump”, los “anti-Erdogán”, los “anti-Putin”, o sea los “anti-nacionalistas” tanto como los “anti-globalistas”. 

La explicación es simple: los objetivos de cada uno de estos grupos únicamente coinciden a la hora de destruir, no a la hora de construir.

Y así, lejos de debilitarse el Sistema se refuerza. El Sistema obligatoriamente ha de pulir sus diferencias, ha de suavizar sus disidencias, ha de matizar sus posturas. Nada mejor para el Sistema que un Anti-Sistema. Mis enemigos me hacen mejor. Mis enemigos me dan conciencia de mis fracasos pero también de mis aciertos, de mis triunfos y de mis posibilidades. Enemigos poderosos tienen únicamente los que son poderosos. Sistema y Anti-Sistema aparecen así como dos lados de una misma moneda. Los unos trabajan y hacen ver que se divierten y los otros se divierten y hacen ver que trabajan. Interesante combinación, piensa la Energía Errante.

El G20 para qué, se pregunta la Energía Errante. Justo para eso: para que los Anti-Sistema puedan descargar sus energías negativas al tiempo que el Sistema lima asperezas.

El Anti-Sistema que se divierte violenta y desquiciadamente en Hamburg practica extrema política a modo y semejanza del deporte extremo, pero no son el verdadero Anti-Sistema y el Sistema lo sabe. 

Lo sabemos todos.

El verdadero Anti-Sistema, el que realmente preocupa al Sistema en estos momentos no es el Anti-Sistema que se hace llamar Anti-Sistema, sino el imperio financiero digitalizado que no sólo ha tomado vida propia sino que se ha extendido por todo el planeta, superando así al Sistema Nacional Estatal igualmente digitalizado y a las empresas en expansión global. Que Macron abra Versailles para asuntos de Estado, no es simple chauvinismo francés frente a las otras naciones sino una advertencia a los poderes ultranacionales. Y lo mismo sucede en los otros Estados. 
No las otras Naciones, sino los poderes financieros globales son los que pueden transformar e incluso derrocar al Sistema y son ellos, por tanto, los verdaderos Anti-Sistema. El Anti-Sistema turístico, violento y desquiciado está en realidad apoyando al Sistema al cual cree estar enfrentándose, ¿pero quién quiere aguar la juerga a jóvenes deseosos de hacer historia a base de quemar unos cuantos coches? ¿quién quiere despertar a los jóvenes de su sueño de cambiar la historia, sobre todo cuando ese sueño puede, en efecto, cambiar la historia aunque no sea exactamente tal y como esos jóvenes imaginan que la van a cambiar? ¿quién es el malvado que les va a robar a los jóvenes sus ansias de nuevos mundos, de mundos utópicos y paradisíacos? Hacer una cosa así es algo muy feo. No será la Energía Errante quien lo haga, por eso la Energía Errante lo escribe en su diario de abordo, pero no piensa decírselo a nadie más. A la Energía Errante no le gustan los mercados de carne multitudinarios, tampoco le gusta el parapente y similares, pero allá ellos... piensa la Energía Errante. “¡Qué diantres!”, exclama la Energía Errante al tiempo que da una pirueta en el cielo con olor a neumático quemado, que cubre Hamburg en estos momentos, “Al fin y al cabo la vida es a veces Carpe Diem, a veces Sapere Aude y a veces Morituri te salutant.”

Con tal de que no sea “Alea iacta est...”, suspira.

La Energía Errante.

La prensa sigue obsesionada con Trump. A mí en cambio, quien me preocupa sobremanera es Erdogán, al que por lo visto no se le puede contradecir abierta y contundentemente por aquello de que es el guardián de la muralla...


Lamentablemente es un hecho que cada vez se van a necesitar más murallas aquí y más estructuras allá.

Pueden empezar a cantar "Money, Money" al tiempo que reflexionan en profundidad acerca de las amistades siempre peligrosas entre poderes estatales y poderes financieros. En estos momentos dichas amistades se caracterizan por tener pies de barro.

Las guerras, aunque sean silenciosas, no dejan más que cadáveres a su paso.



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