Respondiendo a Elba.
-Despertar al Espíritu cuando ni siquiera se conoce su paradero no es tarea
fácil, - susurra la Bruja.
-Y cuando al fin se consigue averiguar, los hombres no tardan en olvidarlo a puro de no
prestarle atención – ruge el vampiro.
-Los hombres andan de aquí para allá siempre ocupados. – Interviene
conciliadora la Energía. -Aman el Espíritu porque logra convertir sus aburridas
existencias en plenas vivencias, pero cuando los acontecimientos se suceden uno
tras otros imparables e interminablemente, los hombres no disponen de tiempo suficiente para
ocuparse del Espíritu y éste se afana en ser recordado, en ser invitado, en ser
llamado; al no conseguirlo, el Espíritu se sume en lo que podríamos llamar
“apatía”. Ello exige una mayor cantidad de Energía a fin de lograr que el
Espíritu se mantenga en funcionamiento.
- ¡Sí! – Brama furioso el Vampiro- “¡Eso era lo normal! ¡Eso ha sido
tradicionalmente lo que siempre ha acontecido! ¡Hombres agotados por el
esfuerzo, sin un Espíritu que les sostenga! ¡Almas exhaustas por tanta
actividad! ¡Seres inferiores rápidamente postrados a causa de sus débiles
cuerpos y sus pequeñas mentes! Seres que olvidan el Espíritu que los
eleva y creen, en sus delirios de vanagloria, que son ellos, ¡ellos!, los que
con la sola fuerza de su naturaleza consiguen alcanzar sus objetivos. Aquí, ¡aquí justamente! es dónde nosotros,
los fuertes, los invencibles, lográbamos llevarlos al lugar al que en realidad
pertenecen: al reino del “Portador de la Luz”, la luz que ilumina la oscuridad.” – Y el vampiro alza sus manos altiva y furiosamente-
“¡Hombre! Por definición: ser débil que se siente superior al resto de los
mortales sólo porque su lengua habla y su mano construye.” – El vampiro ríe
burlón- “¡Hombre! Ser finito y contingente que sueña con la infinitud y se
proclama “necesario.” ¡Necesario!” – grita- “¡Necesario el Hombre! ¡Ese
terrible ser molesto que ni siquiera sirve para ser un buen esclavo se cree
“necesario”! ¡Una y otra vez el “Portador de la Luz” le demuestra su gran
error, su enorme desvarío, y le sopla la pasión, el delirio de la actividad sin
espíritu, del movimiento frenético que genera una acción sin principio ni fin,
siempre en círculo, ¡hasta terminar mostrando al Hobre la luz que éste tanto ansía, la única luz
que les puede iluminar su verdadera esencia!
- ¿La luz? – pregunta Elba aturdida.
- ¡La luz de los infiernos! – truena el vampiro.
- ¿Y ahora?
-Como ya te dije – explica la Bruja- el Espíritu
no sabe nada ni de Bien ni de Mal. El Espíritu unido a la Energía positiva,
construye y se eleva; pero conforme el Espíritu precisa de una mayor cantidad
de Energía, su acción se precipita en una acción sin sentido, un motor al que
resulta imposible detener y que arrolla todo a su paso. En eso precisamente
consiste la actividad diabólica. Es diabólica en tanto que carece de sentido.
- Pero ¿qué sucede cuando el Espíritu es poderoso
y no obstante se encamina a construir el Reino de la Destrucción? – pregunta
Elba.
El vampiro ríe estremecedoramente.
- “¡Explícaselo Bruja!” – exige sin dejar de reír.
- “No hay un Reino de la Destrucción.” – revela la
Bruja – “Lo que tú llamas el Reino de Destrucción, no es más que un Reino, el
del Mal, que quiere derrotar a otro Reino, el del Bien. La Destrucción a la que
te refieres no alude más que a la destrucción del otro. La Fuerza puede estar
dentro del Reino del Bien y dentro del Reino del Mal. Generalmente está en los
dos y eso proporciona una armonía en el Hombre, aunque se trate de una armonía inestable: la
tan famosa armonía de los contrarios.
-¿El Reino del Bien y el Reino del Mal proporcionan una armonía? ¿Cómo puede ser esto posible?
- Por la sencilla razón de que el Hombre no es ni puro Espíritu ni pura Materia; del mismo modo que tampoco es puro instinto anímico ni pura pasión corporal. ¿Has visto alguna vez el símbolo del Ying y el Yan? Como puedes observar, ninguno de los campos es completamente blanco o completamente negro, pero tampoco ninguno de los dos es gris. En el Mal está la semilla del Bien, y en el Bien, acecha la sombra del Mal. El Reino del Bien y el Reino del Mal están obligados a cooperar. Y están obligados no sólo por la naturaleza híbrida del Hombre, sino por su propia procedencia. Ambos Reinos, el Reino del Bien tanto como el Reino del Mal tienen su origen en la misma fuente: la Nada.
-¿El Reino del Bien y el Reino del Mal proporcionan una armonía? ¿Cómo puede ser esto posible?
- Por la sencilla razón de que el Hombre no es ni puro Espíritu ni pura Materia; del mismo modo que tampoco es puro instinto anímico ni pura pasión corporal. ¿Has visto alguna vez el símbolo del Ying y el Yan? Como puedes observar, ninguno de los campos es completamente blanco o completamente negro, pero tampoco ninguno de los dos es gris. En el Mal está la semilla del Bien, y en el Bien, acecha la sombra del Mal. El Reino del Bien y el Reino del Mal están obligados a cooperar. Y están obligados no sólo por la naturaleza híbrida del Hombre, sino por su propia procedencia. Ambos Reinos, el Reino del Bien tanto como el Reino del Mal tienen su origen en la misma fuente: la Nada.
- ¿Por qué esa obcecación en denominarlo “el Reino del Mal”? –
protesta el vampiro- Para mí lo que llamáis el Reino del Mal, es el Reino del
Bien
- ¿Prefieres que nos refiramos a ellos como "Reino de la Luz" y "Reino de la
Oscuridad"? – le propone Elba amablemente.
- “¿Llamarías al Portador de Luz, “Oscuridad”?” -pregunta
el Vampiro sin ocultar la diversión que encierra su pregunta. – “Si te
encontraras dentro del Fuego de los Infiernos, quizás tu consideración acerca
de “la fría oscuridad” fuera distinta… “- susurra- “Quizás entonces la fría
sombra fuera la salvación…”
- ¡Qué mareo! – gime Elba.
- No intentes ser amable con aquellos que ven en
la confrontación personal un modo de autoafirmación – aconseja la Bruja.
- ¡Quién fue a hablar! – exclama molesto el
vampiro- ¡La bruja siempre en busca de polémica!
- Polémica argumentativa no es lo mismo que
confrontación personal, - aclara la Bruja.
- Dejadlo, por favor, - suplica Elba.
-Lo importante es el equilibrio entre los
elementos que componen la Fuerza, - interviene la Energía, absorta en sus
propios pensamientos - La Fuerza es Espíritu por Energía. A mayor Espíritu,
mayor elevación. Si la Energía falla el Espíritu puede perderse en las alturas
o precipitarse en los avernos. Ya se sabe: los caminos del idealismo son
inescrutables. Si es el Espíritu quien se debilita, es nuevamente el Espíritu el
que cae en los avernos. Para evitarlo, el Reino del Bien utiliza en este caso
más Energía. A veces da resultado. A veces, en cambio, el exceso de Energía no
es más que el vano intento de resucitar a un muerto aplicándole masajes
cardíacos en el corazón. Lo único que se consigue es un movimiento automático,
inerte, una actividad sin objetivo, un viaje a ninguna parte.
- Nuevamente vencemos, - ruge visiblemente
contento el vampiro – Espíritu sin Energía, el triunfo es nuestro; Energía sin
Espíritu, el éxito vuelve a estar de nuestra parte. Espíritu con exceso de
Energía, explosión y nueva victoria. Energía con exceso de Espíritu… En este
caso todo depende de los caudillos que lideren los reinos. Dime pequeña
Elba… ¿a cuál de los dos Reinos crees que pertenecerá el Trofeo al final de los
tiempos?
- ¿Pero entonces a qué se debe la debilidad que
ahora afecta al Reino del Mal?
-No sólo al Reino del Mal -corrige el vampiro-
También al Reino del Bien.
-El Espíritu duerme y la Energía sufre
cortocircuitos – explica la Bruja- A pesar de no ser la primera vez que sucede,
en estos momentos la situación empieza a ser angustiosa. La Energía sufre
cortocircuitos y puesto que carece del apoyo del Espíritu para canalizarlos,
tan pronto hay un exceso como una carencia de energía. Tan pronto nos
precipitamos en los avernos como nos elevamos, pero en uno y otro caso la
carencia de espíritu está hundiendo la existencia de ambos Reinos en la Nada;
por Etapas.
- ¿Y en cual nos encontramos en este momento?,
pregunta Elba confusa.
- En la de las almas muertas no condenadas ni
redimidas, sin valores ni contravalores, sin luz ni oscuridad, muerte que no
muere, pero tampoco vive.
- La etapa de la Realidad Virtual – resume la
Energía mientras se tumba en un diván, después de haber subido a una silla,
bajado a husmear la chimenea, sin olvidar de abrir y cerrar un par de las
viejas y chirriantes puertas de armarios carcomidos por el tiempo.
-La Realidad Virtual. – gime el Vampiro- Un Ser
que es un No Ser. Un No Ser que Es. La contradicción que se contradice a sí
misma.
- ¿Y la Energía? – pregunta Elba- La Realidad
virtual necesita de Energía. La Energía ni se crea ni se destruye, sólo se
transforma. Al menos eso dicen. Por otra parte, la actividad diabólica es
acción improductiva. De algún modo, también podría considerarse una acción
inactiva y por consiguiente una realidad virtual.
-Esta chica promete -exclama el vampiro
dirigiéndose con respetuosa admiración a Elba por vez primera.
- Sí. – reconoce la Bruja- A primera vista eso
parece. La actividad diabólica, la acción inactiva, también podría considerarse
una realidad virtual si no fuera porque representa una treta del Reino del Mal
para vencer al Reino del Bien. La actividad diabólica es inactiva para el hombre,
no para el Portador de Luz; en lo que a él respecta es harto productiva. En
cambio, la Realidad Virtual a la que nos estamos enfrentando no viene
sustentada por ningún principio, por ningún último fin. No está dirigida por
ningún deseo de conquista, por ningún deseo de dominación. En la acción
diabólica, la Energía permite que la función de un ser, el hombre, funcione
para otro ser, el Reino del Mal. En cambio, en la realidad virtual el ser
funciona para un no ser. O sea, “Algo” funciona para “Nada.”
- Los únicos que podrían cambiar este estado de
cosas serían justamente los seres intermedios. Seres no condenados, pero
todavía no redimidos. Seres que no pertenecen al Reino de la Oscuridad ni al de
la Luz.
-Seres que no pertenecen ni al mundo dionisiaco ni
al Apolíneo… -recuerda Elba - ¿Son ellos héroes?
- No. – Afirma la Bruja. – No son héroes. Son
seres intermedios. Mientras los héroes participan de ambos reinos sin caer en
ninguno de ellos, los seres intermedios ni pertenecen ni participan en ninguno
de los dos Reinos y tampoco gustan del lugar en el que se encuentran. Más bien al contrario: todos y cada uno de
los esfuerzos de los seres intermedios, todos y cada uno de sus anhelos, se
centran en escapar de allí, para llegar hasta el Reino del Bien. Están sin
estar. Justamente por este motivo, son los únicos que pueden detener la
expansión de la Nada.
- Pero en vez de eso están siendo manipulados y
esclavizados por los nigromantes. ¡Esos fariseos! -clama el Vampiro- Saben que hagan lo que hagan,
los seres intermedios no pueden ser recogidos por el Reino del Mal porque así
ha sido acordado. Por tanto, se dedican a pedirles favor tras favor con la
promesa de que intercederán por ellos ante el Ser Supremo, a través de sus
oraciones. Nada más lejos de la realidad. Lo único que hacen con ello es
agrandar el terreno de la Nada.
- Entiendo- musita Elba.
- Ya era hora – responde raudo el vampiro.
- Dime, vampiro, - pregunta Elba de repente – Si
el Reino del Mal es tan poderoso ¿cómo es que todavía no ha obtenido el triunfo
completo?
El vampiro respira profundamente.
-¿Has escuchado hablar de la figura del Cordero Expiatorio?,
pregunta el vampiro con cansancio, casi resignación – Los corderos expiatorios
son guerreros invencibles. Guerreros de la luz. Inocentes que ofrecen su muerte
para gloria y salvación del Reino del Bien. Regalan su vida y su alma para
salvar al Reino del Bien. Son guerreros invencibles porque sin derramar una
sola gota de sangre, ni siquiera la suya propia, glorifican y liberan al Reino
del Bien a base de regalarle su inocencia y su pureza, para que éste la utilice
cómo mejor considere. El Reino del Mal no puede atacar al inocente ni al puro.
Imposible. Ley de la Naturaleza,Código de Guerra, puedes denominarlo como
mejor te parezca. Para salvar sus tierras y posesiones terrenos, muchos hombres
no han dudado en sacrificar por este motivo a sus hermanos inocentes. – El
vampiro ríe maliciosamente. – El inocente se salva, pero ¡ay de aquéllos que
han derramado su sangre para salvar sus vidas y sus haciendas! ¡Hombres
soberbios que se creen los caudillos del Reino de Arriba!
- El tiempo apremia – recuerda la Energía, siempre
alérgica a conversaciones demasiado trascendentales. – El Espíritu duerme y ni
siquiera sabemos dónde duerme. Mientras tanto la Nada sigue aumentando su
territorio.
- Avisa a los seres intermedios, Elba – suplica la
Bruja. - Adviérteles contra los Nigromantes. Eres la única que puede
conseguirlo. El Vampiro y la Estrella te ayudarán hasta donde puedan. Sin
embargo, Elba querida, recuerda: un vampiro es siempre un vampiro. Mantente
alerta. La lucha entre el Reino del Bien y el Reino del Mal, la batalla entre
el Reino de la Luz y el Reino de la Oscuridad, no es una cuestión de luces y
sombras sino de libertad y esclavitud, de esperanza y derrotismo, de sueños y
pesadillas, de redención y castigo.
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