Velos no desvelados

La energía errante ha decidido quedarse en casa. Después de semanas de lluvia hoy luce finalmente el sol, pero está demasiado cansada para ir a recorrer el mundo así que dedica el tiempo a reflexionar acerca de la cantidad de temas que la humanidad década tras década, siglo tras siglo, milenio tras milenio, ha aceptado tal y cual le son presentados sin rechistar, ella que lo cuestiona todo.

Uno de esos temas tiene que ver con la filosofía hermética.

¿No les parece a ustedes curioso que una filosofía que predica una y otra vez la fraternidad entre los seres humanos, que insta a la comprensión, al desarrollo espiritual y moral del ser humano, al amor infinito, universal y en abstracto, sea la misma filosofía que advierte que el conocimiento es cosa de unos pocos y que las enseñanzas han de ser compartidas con sumo cuidado y sólo a unos cuantos elegidos por ser moral y espiritualmente superiores a los otros? ¿No les parece sospechoso que una filosofía que insta a la unidad universal entre los hombres se muestre tan cauta e incluso reacia cuando de la unidad cognoscitiva de esos mismos hombres se trata?

Más aún: ¿no les parece un tanto inquietante que ese conocimiento no se considere accesible a todos sino sólo a unos cuantos, a aquellos que son dignos herederos de un “patrimonio” intelectual milenario extraviado y amenazado a lo largo del tiempo por los más variopintos motivos? ¿Puede considerarse la posibilidad de una Humanidad Moral sin considerarse al mismo tiempo la posibilidad de una Humanidad Intelectual? ¿Se sueña con una Humanidad Mundialmente Fraterna, se apela a la construcción de un Mundo Espiritual y en cambio se dosifica la participación colectiva en el saber sin que esto último indigne a uno y escandalice a otros?

No. La Humanidad presta siempre a enardecerse por las más extravagantes razones se mantiene impertérrita ante las incongruencias de la filosofía hermética al tiempo que unos cuantos “listos” se enriquecen a costa de la buena voluntad y la mala cabeza de aquellos que creen que es posible ser desarrollar el alma sin prestar atención al cerebro o peor aún: de aquellos que creen que el desarrollo del conocimiento descansa única y exclusivamente en la perfección espiritual.

La confusión de niveles no ayuda ni a la espiritualidad ni al conocimiento, tampoco a la humanidad; pero logra, eso sí, que las sectas y las organizaciones pseudo-religiosas se expandan por medio planeta gracias a las contribuciones de las buenas gentes que creen de la filosofía hermética aquello que desconfían de sus propias religiones simplemente porque la filosofía predica la fraternidad espiritual y las religiones sólo la fraternidad de los adeptos (y el deseo de convertir o vencer al infiel), por más que las religiones –al menos la cristiana- hizo del conocimiento una aspiración universal (aunque sea a base de palos porque el número de cabezas de chorlitos es superior al número de hombres inteligentes y por eso haya que introducir el famoso lema: “la letra con sangre entra”)

Algo todavía más curioso es que yo, ilustrada de pro, haya de defender a la iglesia cristiana en toda su inmensidad.  Pero es que justamente esto: el ideal de conocimiento universal era el que las unía tanto como las desunía. Cada una de ellas quería hacerse con el monopolio: abanderados por la libertad de religión, los unos; bendencidos por la Cruz, los otros. Al final, unos y otros, han sido vencidos por una filosofía hermética que tiene mucho de hermética y poco de filosofía.

Pero hay otra cuestión todavía que en nuestros tiempos, dominados por el ansia de la liberación sexual todavía no ha sido planteada: la liberación sexual y social del hombre heterosexual.

La mujer ha sido liberada sexual y socialmente, el homosexual hombre ha sido liberado sexual y socialmente y la mujer homosexual está todavía en ello, los trasgéneros siguen intentándolo. Pero ¿qué pasa con el hombre heterosexual?

De él y su liberación no se dice nada.

Ni siquiera yo me había planteado el tema, a qué engañarnos. Fue Jorge el que hace unos días hablando de su divorcio de Paula me mostró uno de los velos de los que nadie, ni siquiera los interesados, están dispuestos a hablar, salvo a media voz.

Bien. La cuestión es esta. La sociedad actual, igual que la anterior, está convencida de que el hombre heterosexual sólo piensa en una cosa: su actividad sexual. La Humanidad está convencida de que el pene del hombre heterosexual domina toda su existencia y que lejos de dedicar su energía al arte, al pensamiento,  a la sensibilidad, y qué se yo, en lo único en lo que concentra sus pensamientos es en el puro, simple y frio acto carnal.

El hombre heterosexual a la hora de sublimar el instinto sexual lo único que puede sublimar son los traumas, no la energía sexual, se dice. Porque un hombre sano heterosexual sólo piensa en dedicarse a la realización del acto las veinticuatro horas que tiene el día.

El pobre hombre heterosexual lleva milenios ocultando la realidad, sin atraverse a mostrarla. Eso sí que posiblemente supondría un auténtico salir del armario. Un armario del que ahora únicamente pueden salir los homosexuales y los trasgéneros pero no el hombre heterosexual normal y corriente que ha de  esconderse como si de un vulgar criminal se tratara.

El hecho es el siguiente: si una mujer conoce a un hombre y el hombre no le gusta y la mujer le rechaza, no existe ningún problema. Si esa mujer rechaza a veinte hombres uno detrás de otro, se la llama exigente e incluso en el caso de que se la insulte ello se debe más al rencor de no haberla conseguido que otra cosa.

Si una mujer tiene un buen amigo, un magnífico amigo y este amigo termina “conquistándola” y llevándola al nido amoroso y una vez allí ella no siente excitación sexual alguna porque sencillamente se trata de un buen amigo pero nada más, tampoco pasa nada. Muy posiblemente el que se sentirá defraudado consigo mismo es ese buen amigo que no logra pasar de buen amigo sin convertirse en “hombre” para la mujer que ama.

Este es el primer tema del que nadie suele hablar. El que un hombre es “convertido” en hombre cuando es aceptado sexualmente por una mujer, pero una mujer no es “convertida” en mujer cuando un hombre la posee sexualmente.

El segundo tema del que todavía habla menos gente es el de que al hombre heterosexual no le atraen sexualmente todas las mujeres y por tanto no tiene ganas ni deseos de acostarse con cada una de ellas.
Con el sexo pasa lo mismo que con la comida. Algunos comen spaguettis con cualquier salsa a cualquier hora del día, otros sólo comen los spaguettis de su restaurante favorito y con un sólo tipo de salsa. Algunos prueban cualquier tipo de spaguettis para saber cuál es el que más les gusta y algunos no necesitan probarlos, les basta con olerlos, para decidirse a comerlos o no.

Pero nada de esto se piensa porque se está convencido de que en tiempos de liberación sexual de la mujer, el hombre heterosexual se lanza sobre cualquiera de las liberadas sin más.

El tercer tema es que se admite que algunos tipos de mujeres únicamente se acuestan con hombres con los que están prometidas en matrimonio porque el matrimonio significa un proyecto en común, significa que el hombre las toma en serio y no para una aventura y porque implica un compromiso hacia el futuro; de modo y manera que si esto no es así no sienten ningún aliciente sexual. El novio para ellas no es, como se quiere hacer creer hoy en día, el carcelero sino la estancia en la que su alma reposa y se muestra tal y como es. Para ese tipo de mujeres, (llámenlas ustedes como quieran: románticas,ñoñas, traspasadas o mojigatas), el amor implica una entrega no sólo corporal sino emocional, intelectual y anímica. Es el alma en su expresión más profunda lo que se conjuga en el acto sexual.

Sin embargo nada de esto se dice cuando se trata del hombre heterosexual.

El hombre heterosexual atrapado en su rol de depredador desde hace generaciones no consigue romper la leyenda que sobre él se ha forjado.

El problema es que el hombre heterosexual intelectual y espiritualmente desarrollado no siente deseos de irse a la cama con cualquiera, por mucho que esa “cualquiera” sea su esposa y su mejor amiga. Es su mejor amiga, es la mujer con la que ha edificado su vida pero no puede estar en la cama con ella porque, sencillamente, no se siente atraido por ella.  Pero hete aquí que la mujer actual no entiende absolutamente nada porque a ella lo que le han contado sus abuelas y todas las generaciones precedentes es que los hombres se sentían atraidos por otras mujeres distintas de las de sus propias esposas porque éstas se comportaban de forma casta y recatada (o sea frígida) en la alcoba.

Así que las pobres esposas y amigas intelectuales de nuestros días practican lo impracticable con tal de atraer a seres que no sienten, por más que lo intenten, ninguna atracción por ellas. El porqué no lo saben ni ellos. Les duele hasta la muerte no sentirse atraidos por esas mismas con las que sus neuronas tanto tienen en común pero...

Y así, al final, la pobre esposa no deseada, la pobre amiga no amada hasta el final, preguntan inseguras: “¿Es que eres homosexual?”

Y no; no son homosexuales. Tampoco tendrían problema en serlo si lo fueran pero no lo son. Son, como el protagonista de “Enemigos, una historia de amor” que Singer describe: hombres que sienten una atracción sexual “fatal” por la mujer intelectual y moralmente menos valiosa de todas, sin que ellos mismos puedan explicarlo; mujer de la que obligatoriamente han de distanciarse para no caer en lo más profundo del averno. Y sin embargo, la buena mujer, la equilibrada y sensata mujer, esa con la que tanto desearían poder formar un existencia, no les produce más que indiferencia; a lo más un sentimiento de tristeza por no poderles dar aquéllo que ellas quisieran y que, por otra parte, bien merecen.

Al final, al hombre heterosexual no se le ocurre otra cosa que decir: “No te merezco”. Donde ese “no te merezco” no significa otra que cosa más que “no te deseo”.

La liberación de la mujer va por un lado; la del hombre heterosexual, por otro.

A la mujer actual se le permite elegir, se le permite rechazar, se le permite dormir sola aunque cada vez menos porque eso la hace sospechosa de “no liberada” y se ve obligada entonces a salir de cacerías nocturnas.

El hombre heterosexual actual quiere elegir, quiere dormir solo o consigo mismo, no tiene ningún interés en salir de cacería todos los días porque algunos prefiere pasarlos concentrado en asuntos importantes, escribiendo novelas, pintando obras de arte, taladrando paredes o, simplemente, viendo la tele dormitando en su sillón favorito.

El hombre heterosexual actual no tiene ningún interés en ser conquistado ni en conquistar caiga quien caiga. También él necesita su paz y su tranquilidad. Cuanto más trabajador, más paz y tranquilidad. A lo sumo que llegan es a lo que se denomina “echar un polvo” a fin de descargar estrés, pero entre eso y hacer el amor va un buen trecho.

La mujer liberada tiene que fingir orgasmos cuando ni siquiera su liberación consigue que sienta algo, y lo mismo le pasa al hombre heterosexual.

Creo que ambos, mujer liberada y hombre heterosexual, deberían hablar de estos temas fundamentales antes de pasar al tema de las posturas y postureos.

Unos y otras se librarían de la obligación de mentir, de la obligación de exigirse en la cama lo que fuera de ella no tienen que exigirse, y el mundo sería un mundo más tranquilo.

Jorge intentó explicarle esto a Paula.

Paula, creyente absoluta de las leyendas psicoanalíticas acerca de la frigidez y todo lo demás, no ha conseguido entender algo tan sencillo como esto: a) un hombre heterosexual no siempre quiere, b) no siempre quiere con la mujer a la que ama y c) a veces no quiere en absoluto con la mujer con la que fuera de la cama coincide en todos y cada uno de sus puntos.

Paula está desecha.

Jorge-Hermann anda desaparecido desde nuestra última conversación, parapetado tras su operación.

El divorcio es un hecho.

¿Alguien por favor puede intentar liberar al hombre heterosexual de todos sus mitos y leyendas a fin de que las mujeres equilibradas y sensatas como Paula no malgasten décadas de su existencia llorando a solas por los rincones sin saber cuál es la razón de no ser buscadas en el himeneo cuando ellas se prestan a todo lo que haga falta con el hombre al que aman, y nunca mejor dicho, en cuerpo y alma?

La Energía Errante.

Y que tenga yo que hablar de estos temas...

Hay cosas que claman al cielo.


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