Solemne declaración de una muerte
Fue Alemania la que declaró el fallecimiento de la antinomia “derecha-izquierda”
que había regido en Europa durante el siglo XX y XIX. Alemania declaró su
muerte al modo en que Nietzsche había expuesto la muerte de Dios: no como autor
sino como mero declarante de la realidad . Y al igual que el Dios de Nietzsche,
la oposición “conservador-progresista” había muerto sin ser asesinada,
simplemente había fallecido, así sin más; puede que de cansancio, de vejez o de
puro vacio; en cualquier caso por causas naturales. La primera prueba de que
había expirado, la presentó Schroeder al anunciar su Agenda 2010, tan
conservadora en sus medidas que únicamente un presidente socialista podía
introducirla en su programa de gobierno. La segunda en testificar la defunción
del antagonismo “derecha-izquierda” fue Merkel al aprobar una serie de medidas
destinadas a facilitar a las madres la incorporación en el ámbito laboral.
Alemania reconoció y testificó la defunción de la ideología “derecha-izquierda”
o como algunos ahora la denominan: “libertad- igualdad”. Alemania lo reconoció
y lo testificó no sin dolor, todo hay que decirlo, pero ¿qué podía hacerse?
Cualquier intento de reanimación hubiera sido en vano. Esta reacción no fue
compartida. Algunos de los que también comprendieron su muerte siguen empeñados
en hacerle regresar al mundo de los vivos y para lograrlo no dudan en sentarse
alrededor de una mesa camilla, invitar a un médium y rogarle que invoque al
espíritu del finado, con los más variopintos resultados, mientras que otros todavía
permanecen aferrados al cadáver obcecados en la idea de que no es cadáver sino
durmiente lo que abrazan.
Los espiritistas obtienen los más variados resultados y los fieles amantes
empiezan lentamente a notar el olor a podrido.
Aceptar la realidad es mejor que negarla y una de ellas consiste en admitir
que la voluntad de un hombre puede cambiar muchas cosas y la voluntad de muchos
hombres muchas cosas más, pero la muerte no es una de ellas. A veces la muerte
se palia construyendo una estatua, a veces se mitiga erigiendo una tradición
pero ni la estatua está a salvo de la destrucción ni la tradición del
anquilosamiento. La energía ni se crea ni se destruye, sólo se transforma pero
en esta transformación, si hemos de hacer caso de la térmica, la energía se va
debilitando y no siempre se encuentra con el mismo lustre con la que la vimos inicialmente.
La energía ni se crea ni se destruye pero esto no significa que podamos
recuperar lo perdido tal y como estaba en el estado originario en el que lo
conocimos; de ahí que llega un momento en que la energía, que no se crea ni se
destruye, se ve “obligada” a transformarse en algo nuevo.*
La energía ni se crea ni se destruye, sólo se transforma.
La mayoría se detiene en la primera parte de la sentencia, en esa que
afirma que la energía ni se crea ni se destruye. Nosotros habremos de analizar
la segunda: sólo se transforma.
Y sí: la oposición “derecha-izquierda” ha muerto, pero no la energía que mantenía
a dicho enfrentamiento, que lejos de morir, se ha transformado.
¿En qué se ha transformado?
En la lucha entre “centrismo” y “populismo”
Y el campo de combate en donde en estos instantes se está librando la
batalla es ni más ni menos que en Francia.
En efecto en estos momentos Francia no es sólo una nación que elige el
candidato que ella considera adecuado para dirigirla. Lo que en estos instantes
se está decidiendo en el país galo es qué ideología va a dominar en la próxima
centuria en Europa: si el centrismo o el populismo.
“Centrismo- Populismo” es, en efecto, la nueva contraposición, el nuevo
antagonismo, que ha emergido en Europa en los últimos tiempos.
Francia-Europa decide no sólo a su presidente sino a la ideología que va a
imperar en Europa en los nuevos tiempos.
El centrismo, heredero de la Ilustración, con todo lo que de contradictorio
y desgarramiento que ello conlleva, con todos sus riesgos también; el
centrismo: racional, eficiente, concreto, sereno representante del Logos.
El populismo, heredero del romanticismo, portador de la caja de Pandora,
bandera del sentimentalismo, del emotivismo, portavoz del oscuro y sin palabras
mundo dionisiaco.
Triunfará el centrismo.
Triunfará.
Eso es algo que todos sabemos.
Sin embargo no estaría de más escuchar a las voces que ponen en duda su
victoria.
Ganará pero en efecto, lo que se ganará sólo será una batalla. Una importante y
esencial batalla, es cierto, pero batalla al fin y al cabo; no la guerra.
El mundo sentimentalista sin sentimiento, emotivo sin emociones, rugiente
sin palabras, - porque para rugir no hacen falta las palabras; únicamente las
cuerdas vocales, los exabruptos y... las garras- seguirá acechando desde las
sombras y continuará utilizando todos los medios a su alcance para extenuar a un
centrismo todavía no desarrollado por completo, todavía indeciso, debilitado
por los enemigos externos: los naturales, y los internos: espiritistas y amantes-tradicionalistas del tiempo pasado.
El
mundo sentimentalista sin sentimiento, emotivo sin emociones, bramador y
atronador sin Logos, intentará utilizar – y hasta puede que lo consiga, no me
cabe la menor duda- a los espiritistas y a los amantes-tradicionalistas para
apoyar su causa.
La primera batalla del centrismo: vencer en Francia, está ganada.
La guerra comenzará al día siguiente de haber celebrado su triunfo.
Los enemigos seguirán siendo los mismos.
Sólo los objetivos de unos y de otros habrán cambiado.
Ya no se tratará simplemente de conquistar las urnas.
La nueva meta consistirá en ...
La Energia Errante
(Continuará)
La Energia Errante no quiere decirlo ahora. No. No ahora. No hoy.
* La interpretación del concepto físico de energía entra dentro de lo que podría considerarse interpretación "errante de la energía errante". A la Energía Errante le divierte "errar". Ustedes ya la conocen.
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